Cuando la vida dio un giro inesperado, él no se detuvo.
Tras perder su empleo en Nueva York, sin ahorros ni red de seguridad, un joven decidió apostar por algo que siempre le había acompañado en silencio: su manera de observar el mundo.
Mientras caminaba por las calles del Bronx, del Lower East Side y de Harlem, comenzó a capturar la ciudad con su celular. No eran fotos técnicas ni planeadas. Eran momentos reales. Sinceros. Una banca rota. Un cielo desbordado. Un vagón vacío a medianoche.
Fue entonces cuando decidió compartirlas en una plataforma llamada Ko-fi, no para pedir caridad, sino para ofrecerle al mundo un pedazo de su visión. Cada imagen se convirtió en una invitación a mirar Nueva York desde su alma.
Su página no vende tristeza, vende verdad. Y cada apoyo recibido es un aplauso silencioso que lo empuja a seguir.
Si alguna de sus imágenes conecta contigo, puedes apoyarlo Aqui
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